La regla fiscal en México y sus pobres resultados

Es urgente reconstruir y recalibrar la regla fiscal vigente hasta convertirla en una verdadera regla de balance estructural, que logre que la política fiscal sea contra cíclica.

Por

Alejandro Alegría Matus

@ethoslabmx

 16 de abril, 2021

Para Joost Draaisma, “la regla fiscal y los Consejos Fiscales han sido arreglos institucionales adoptados en las últimas décadas para mitigar una tendencia hacia mayores déficits fiscales y niveles de deuda pública”1. La importancia de las reglas fiscales consiste en que limitan la discrecionalidad de los gobiernos en el manejo de los agregados fiscales: ingresos, gasto, balance y deuda públicas. Durante las últimas décadas se han diseñado diferentes tipos de reglas fiscales para incidir en cada uno de esos agregados fiscales. La modalidad más avanzada es la denominada “regla fiscal de balance estructural”, la cual hace que la política fiscal funcione de manera contra cíclica –se opone al ciclo económico para generar ahorros en los buenos tiempos que puedan ser gastados en los difíciles; justo como los actuales.

En cuanto a los ingresos públicos se observa que cuando se obtuvieron cuantiosos ingresos petroleros no se ahorró mucho (en 2018, el Fondo de Estabilización de lngresos Presupuestarios (FEIP) tenía un saldo de 279 mil 770 mdp; para 2021 cuenta sólo con 9 mil 498 mdp). Pero una vez que el auge petrolero terminó, se recortó el gasto público, lo que significó implementar medidas procíclicas, lo cual no sucedería si hubiera una verdadera regla fiscal de balance estructural en funcionamiento.  

En cuanto al gasto público, este ha presentado una tendencia creciente, pero el gasto que se ha elevado es en su mayoría corriente, asociado con salarios, materiales y suministros y servicios generales, mientras que la inversión pública cae sistemáticamente, lo cual confirma que el camino fácil para los gobiernos es reducir la inversión pública en tiempos difíciles.

Por lo que se refiere al balance público. Se presentó déficit primario de manera consecutiva de 2009 a 2018. Hay déficit primario cuando la diferencia de los ingresos menos el gasto no alcanza para cubrir los servicios de la deuda. Aquí cabe señalar que, en 2019, el gobierno federal logró superávit primario, desafortunadamente, la pandemia por COVID-19 lo orilló a abandonar este objetivo en 2020.

El último de los agregados fiscales, la deuda pública, se ha incrementado en las últimas décadas. De 5.4 billones de pesos (35% del PIB) en 2012 a 10 billones de pesos (48.5% del PIB) en 2018 y a 12 billones 130 mil mdp (53.5% del PIB) en 2021.

Este desempeño errático y procíclico de los agregados fiscales pone en evidencia que la regla fiscal no ha funcionado bien. Esto se debe fundamentalmente a que “se le añadieron cada vez más excepciones a la definición de balance sujeta a la regla… y se recurrió en exceso a la cláusula de escape”2. Los gobiernos fueron modificando el concepto de balance para poder seguir gastando, en lugar de ceñirse a la regla fiscal, con la consecuente responsabilidad y disciplina que ello significaba.

Recientemente, la SHCP reconoció que “la actual regla fiscal no ha cumplido integralmente con el objetivo de consolidar la disciplina presupuestaria y lograr la sostenibilidad de las finanzas y la deuda públicas en el mediano y largo plazo”.3 También ha informado que “se ha iniciado una revisión de los elementos de la regla fiscal actual para fortalecerla y generar mayor certidumbre sobre la viabilidad de las finanzas públicas en los siguientes años”.4

Todo lo anterior muestra que es urgente reconstruir y recalibrar la regla fiscal vigente hasta convertirla en una verdadera regla de balance estructural, que logre que la política fiscal sea contra cíclica. En la coyuntura actual, se creó en la Cámara de Diputados el Grupo de Trabajo para la Transición Hacendaria, con Alfonso Ramírez Cuéllar, para revisar la política fiscal del país. Sin embargo, no tiene dentro de sus objetivos estudiar la regla fiscal vigente. No obstante, reconstruir la regla fiscal vigente es fundamental si se quiere que los beneficios de una próxima reforma fiscal perduren en el tiempo.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO

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